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PLAZA

VIVA

La Plaza Mayor fue concebida como el corazón de la cuadrícula, el punto de referencia desde el cual se organizaba el tejido urbano. Pero más allá de su función organizadora, la plaza adquirió una dimensión viva, donde la rigidez y permanencia del diseño se reconfiguraba constantemente por el movimiento y uso social.

“La fiesta engalana el espacio urbano, transformando a la ciudad desnuda con una abundante escenografía efímera” -Alberto Nicolini

Con esta cita de Nicolini entendemos cómo la plaza no era simplemente un espacio de circulación o de representación del poder, sino que era también un lugar de encuentro e intercambio en la vida cotidiana. Allí se instalaban los mercados, ferias, ceremonias vinculadas al poder real, y se realizaban procesiones y festividades religiosas que transformaban su estructura fija en un espacio efímero y mutable.

 

Además, la arquitectura barroca que rodeaba la plaza funcionaba como telón de fondo de esta escenografía viva y cotidiana. Así, el uso público y social que se le daba a la plaza es lo que convierte este vacío urbano en un entorno activo y cambiante.

“La Ciudad Barroca no se limita a la monumentalidad de sus edificios, sino que se expresa en la teatralidad de sus espacios públicos, donde la vida cotidiana y la celebración se entrelazan en una escenografia mutable.” -Alberto Nicolini

Esta perspectiva permite comprender la idea de que el espacio urbano, especialmente las plazas, no era estático ni meramente funcional, sino que se transformaba constantemente por el uso social, las festividades religiosas y las practicas cotidianas. La arquitectura barroca, entonces, no solo enmarca el espacio, sino que lo convierte en un escenario vivo.

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La plaza mayor de Lima, en 1680

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La plaza mayor de lima, 1843. Pintor Alemán, Johann Moritz Rugendas

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