Balbiani, Butler, Canil, Luna Butler y Radrizzani
Profesores: Martin y Vicky
LA CATEDRAL
VIVA
Las iglesias en Lima no eran solo estructuras con funciones religiosas sino que también eran espacios vivos los cuales marcaban el ritmo de la ciudad. El calendario litúrgico organizaba los tiempos urbanos, y cada fecha importante implicaba una celebración que transformaba no solo el interior del templo, sino que también las calles, los balcones y la vida cotidiana en general.
Las festividades religiosas como el Corpus Christi, la Semana Santa o la fiesta de las Siete Iglesias, eran fundamentales. No solo se celebraban dentro de la iglesia, sino que salían a la calle en forma de procesiones, con música, flores, fuegos artificiales y participación de toda la comunidad. Estas celebraciones activaban la ciudad y la llenaban de movimiento, color y devoción colectiva. Rosa María Acosta, en su estudio sobre las fiestas religiosas en Lima virreinal afirma que: “Toda la ciudad se movilizó, convirtiendo las calles en un magnífico teatro barroco.”
La cita se refiere a la inauguración del templo de los Desamparados en 1672, pero demuestra perfectamente cómo el espacio urbano en lima se transformaba en escenario ritual, donde lo religioso, lo festivo y lo estético se mezclaban para dar sentido a la vida pública y llenarla de movimiento y alegria.
La fiesta de las Siete Iglesias, celebrada el Jueves Santo, y es un claro ejemplo de conexión entre espacio sagrado y vida urbana. Durante ese día las iglesias abrían desde las 8 de la mañana hasta las 6 de la tarde, y los fieles recorrían siete templos. Esta práctica no solo era un acto de devoción hacia Jesús, sino que también una experiencia urbana compartida, donde los fieles recorrían las calles y entraban a diferentes espacios sagrados, reforzando la idea de que era una ciudad profundamente religiosa.
“La Iglesia, más que un mero lugar de culto, se erigía como el centro moral y social de la ciudad”. -Alberto Nicolini
Esta afirmación refuerza la idea de que las iglesias no solo animaban la vida cotidiana con fiestas y celebraciones, sino que estaban físicamente y simbólicamente en el corazón de la ciudad: eran lugares de encuentro, de pertenencia y de identidad compartida.
Por otro lado, la arquitectura particular de las iglesias estaba pensada para generar emociones. La utilizacion de retablos dorados, las esculturas con lagrimas de vidrio, las cupulas altas y los juegos de luz y sombra buscaba conmover a los fieles. La qruitectura se convertia asi en una forma de transmitir y enseñar la fe a traves de los sentidos. Como afirma Giulio Carlo Argan, “La arquitectura adquiere efectos escenográficos, se convierte en un gran teatro, y, por ello, el espíritu que rige todo el arte barroco ya no es el meramente tectónico...”, resaltando cómo lo barroco busca conmover más que construir, emocionar más que racionalizar.
Así, las iglesias no eran estructuras estáticas, sino verdaderos centros de vida, encuentro y emoción. Seguían el calendario litúrgico como si fuera un reloj espiritual que marcaba los tiempos de la ciudad, que en cada celebración se encendía con campanas, incienso, colores y comunidad.

Pintura procesión Viernes Santo 1665-1670

Recorrido fiesta de las Siete Iglesias