Balbiani, Butler, Canil, Luna Butler y Radrizzani
Profesores: Martin y Vicky
-CUADRICULA VIVA-
Analizamos la ciudad de Lima durante los siglos XVII y XVIII a partir de dos cenceptos que se cruzan constantemente: su trazado urbano en cuadrícula y la dinámica social que en ella ocurre.
Para ello, hemos elegido el título “Cuadrícula viva”, una expresión que sintetiza la idea de este análisis: Lima como una ciudad donde el diseño geométrico y planificado por Pizarro, no solo organiza el espacio físico, sino que también, estructura y dinamiza la vida diaria de sus habitantes.
Aunque en la práctica estos aspectos funcionan de manera conjunta, en este trabajo buscamos desarrollarlos por separado y desglosarlos para ver qué aporta cada uno a la ciudad y como ambos generan una Lima unica y funcional.
Decidimos analizar sus elementos mas característicos como las calles, plazas e iglesias, donde sus celebraciones, procesiones y encuentros hacen a Lima una ciudad activa y en permanente movimiento, transofromando constantemente su trazado.
Como dice Alberto Nicollini: “Dos de las características salientes de la ciudad hispanoamericana en cuadrícula —la geometría rigurosa de la traza y la centralidad funcional de su Plaza Mayor— la inscriben como versión americana de una ciudad ideal del Renacimiento” -Alberto Nicollini (p. 1088).
Esta cita refuerza lo dicho: muestra que la cuadrícula limeña no fue una simple decisión de geometría, sino un proyecto de urbanizaciones que buscaban el orden, simetría y funcionalidad, inspirándose así en los ideales renacentistas. Así, el trazado de la cuadrícula y la Plaza Mayor no solo cumplen una función organizativa, sino que generan una ciudad ordenada, racional y jerárquica que se mantienen en una constante transformación.

Contexto histórico:
Durante los siglos XVII y XVIII, Lima fue el centro político, económico, religioso y cultural del Virreinato del Perú, el más extenso y rico de la América española. Fundada en 1535 por Francisco Pizarro, la ciudad se consolidó en este período como capital virreinal y sede del poder colonial en Sudamérica, lo cual marcó profundamente su estructura urbana, su arquitectura y su desarrollo social.
Se generó una arquitectura de poder: palacios, iglesias y conventos monumentales, organizados en torno a una traza urbana en damero de origen renacentista, heredada del modelo fundacional español. La ciudad creció dentro de un perímetro amurallado desde finales del siglo XVII, lo que refleja las preocupaciones defensivas frente a ataques de corsarios y piratas.
Otro factor clave fueron los frecuentes terremotos, en especial el de 1687 y el devastador sismo de 1746, que destruyó gran parte de la ciudad. Estos desastres naturales marcaron un antes y un después en la arquitectura limeña, promoviendo un cambio en las técnicas constructivas, del adobe al quincha, y en las normativas edilicias dictadas por las autoridades virreinales. La reconstrucción de Lima tras el terremoto de 1746 fue una oportunidad para reorganizar la ciudad, aunque se mantuvo en esencia el trazado original. También afectaron la relación entre espacio público y privado, y definieron una jerarquía visual en la ciudad que privilegiaba los templos, plazas mayores y edificios oficiales.
La Lima de este periodo puede entenderse a través de varios conceptos articuladores: centralidad (por su rol político-religioso), resiliencia urbana (frente a los sismos), sincretismo arquitectónico (por la fusión de estilos europeos y locales), y estratificación social del espacio (reflejada en la distribución de clases y funciones dentro de la ciudad). Todos estos factores , geográficos, políticos, normativos y culturales, condicionaron su morfología urbana y la imagen que proyectaba como capital del mundo andino-colonial.