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Consigna A

El privitivismo y sus tipologias predilectas

El primitivismo puede entenderse como una actitud estética e ideológica que mira hacia lo “originario” o lo “natural” como fuente de autenticidad frente al avance de la civilización y el progreso técnico. No constituye un estilo con reglas cerradas, sino más bien una categoría amplia que agrupa producciones que buscan lo elemental y lo esencial, tomando como inspiración las formas, materiales y modos constructivos de las culturas originarias o de las primeras manifestaciones humanas.En arquitectura y arte, el estilo primitivo se caracteriza por una marcada simplicidad formal, con formas geométricas básicas y estructuras elementales que carecen de ornamentación sofisticada. El primitivismo concibe a la naturaleza como protagonista, no solo como un telón de fondo, sino como la verdadera fuente de inspiración y de recursos para el habitar y la creación artística. Este concepto se expresa en la utilización directa de lo que el entorno ofrece: piedra, barro, madera, fibras vegetales y otros materiales en su estado más puro, que se integran de manera orgánica en las construcciones y las obras. Estas obras se realizan mediante técnicas artesanales, construidas a mano con procedimientos tradicionales y rudimentarios transmitidos de generación en generación. Finalmente, el primitivismo está fuertemente atravesado por la espiritualidad y el simbolismo, pues muchas de sus expresiones se vinculan a ritos, cultos o funciones comunitarias, donde lo estético se subordina a lo ritual y a lo colectivo.Para Collins, el primitivismo no es simplemente una nostalgia por lo antiguo, sino un contrapunto al progreso moderno: se vincula con la búsqueda de lo esencial, lo no contaminado, como reacción frente a la artificialidad de la vida urbana e industrial. Así, primitivismo y progreso no son opuestos absolutos, sino tensiones complementarias que se dieron en la arquitectura y en el paisaje.Desde la mirada de Schavelzon y Girelli, esta búsqueda de lo “primitivo” se plasmó en formas materiales muy concretas en el Río de la Plata: las grutas, rocallas y árboles de cemento que imitaban lo natural en espacios públicos y privados. Eran artificios construidos para simular la rudeza de la naturaleza, una forma de traer lo salvaje al jardín urbano, generando escenarios románticos, pintorescos y a la vez cargados de artificio.Teniendo en cuenta todo lo ya dicho podemos decir que el primitivismo se materializa a través de tipologías particulares —como grutas, rocallas, árboles y troncos de cemento, puentes rústicos o montículos artificiales— que simulan paisajes salvajes y ancestrales. Estas formas, aunque construidas con técnicas modernas, se presentan como “naturales”, expresando la tensión entre naturaleza y artificio (como plantea Collins), y vinculando al estilo con un imaginario romántico y pintoresco de lo primitivo.La “cabaña primitiva” es considerada la tipología ideal dentro del pensamiento PRIMITIVISTA porque simboliza el origen mismo de la arquitectura en su expresión más pura y esencial. Se trata de un modelo teórico que plantea que la arquitectura nació de la necesidad básica de refugio y protección, utilizando de manera directa los recursos de la naturaleza: cuatro troncos como soporte, un techo a dos aguas para resguardar de la lluvia y materiales naturales extraídos del entorno inmediato.Este arquetipo no se presenta como un ideal material, sino como una idea universal conceptual: el refugio como función primaria, la protección frente a los elementos y el orden como primera organización del espacio habitado. En la cabaña primitiva convergen así naturaleza y cultura, ya que a partir de lo natural surge la primera manifestación consciente de habitar, donde lo técnico, lo simbólico y lo vital se unen en una unidad indivisible.De este modo, la cabaña primitiva trasciende su materialidad para convertirse en un concepto fundacional de la arquitectura, un modelo atemporal que sintetiza lo esencial y lo universal del acto de construir.

El primitivismo encontró en ciertas tipologías una forma concreta de materializarse, retomando símbolos de lo ancestral y proyectándolos dentro de un marco cultural moderno. Las grutas, que en su origen remitían al primer refugio humano y al misterio de lo sagrado, fueron reinterpretadas en parques y jardines como ámbitos de paseo y contemplación, resignificando la cueva de la supervivencia en un espacio escénico romántico. Algo similar ocurrió con las rocallas, que evocaban la rudeza de las formaciones naturales y la fuerza indomable de la naturaleza: construidas en cemento o con piedras dispuestas artificialmente, se convirtieron en artificios que reproducían lo salvaje en contextos urbanos controlados, reforzando una estética pintoresca. Los árboles y troncos de cemento expresaron con claridad la paradoja central del primitivismo: un material moderno y duradero se disfraza de naturaleza perecedera, condensando la tensión entre progreso técnico y nostalgia de lo natural. Incluso los puentes rústicos y estructuras imitativas, inspirados en cruces espontáneos de madera o piedra, pasaron a funcionar como elementos más decorativos que utilitarios, generando experiencias bucólicas en medio de la ciudad. En conjunto, estas tipologías muestran, como señalan Collins y Schavelzon–Girelli, cómo lo primitivo fue recreado artificialmente: lo que alguna vez fue necesidad vital o paisaje natural se transformó en repertorio estético y simbólico, revelando la constante dialéctica entre naturaleza y artificio, primitivismo y progreso, que define a este estilo.

En conclusion, el primitivismo no fue una reproduccion literal de lo ancestral, sino una forma de imaginarlo desde las inquiteudes del presente. En un contexto de crecimiento urbano acelerado y la pérdida de contacto con lo natural, estas tipologías ofrecían un retorno simbólico a lo esencial. Las grutas, rocallas, la cabaña o los árboles de cemento no buscaban utilidad directa, sino evocación. Eran escenarios construidos para sentir otra cosa: lo salvaje, lo espiritual, lo anterior al artificio. No se trata de rechazar el progreso, sino de ponerlo en tensión: lo natural y lo artificial conviven en una misma imagen, generando una arquitectura que es evocación, artificio y crítica. En lugar de copiar lo “primitivo”, se lo reimagina desde el presente, proyectando sobre él las preguntas y contradicciones de una época que buscaba en el origen una respuesta o un sentido. De esta manera, el primitivismo se convierte en una forma de pensar la arquitectura desde lo esencial, lo simbólico y lo construido.

Consigna B 

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